
Existen placeres.
Muchos.
Y el cigarro es uno de ellos, extraña manera de perversión...
Acabo de encender un Romeo y Julieta, que estoy dispuesto a disfrutar DEMASIADO.
Un último Romeo y Julieta.
Que Yo Mismo me condene si vuelvo a fumar uno sólo.
Yo sé porque, y es necesario.
2 comentarios:
Los primeros cinco días son los más difíciles...
Echale ganas...
Yo voy en el segundo día...
acerca de los placeres... ahh... tantas cosas que habría que decir... pero el placer del cigarro, eso es otra cosa, o cosas, pues son tantos los placeres como testigos en este crimen... (de aqui en adelante continúa en mi espacio, chékalo...)
lo que no puedo pasar por alto mi hermano, son a tus cómplices del crimen y las imágenes que por sus nombres evocan... Romeo y Julieta... tan sutilmente cargados de melancolía como del mismo veneno que despiden, y que aún sabiendo que nos mata "el dolor es dulce" al saber que esta vez, está en tus manos la decisión... perder sus besos a cambio de vida, o aferrarte a su aliento que envenena tu sangre... y también tus pensamientos pues, tan llenos de tragedia, y con la memoria empapada de su cuerpo ¿qué no darías por retener su lengua en tus pulmones? antes que la asfixia te obligue a exhalarla y el gran idilio se disuelva con el humo... fumada tras fumada...
no sé... supongo que los hombres como nosotros podríamos aguantarlo... pero nuestros cuerpos... no lo creo...
¿tú qué crees?
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